ENTENDIENDO EL JET LAG: EL FENÓMENO DE LOS RITMOS CIRCADIANOS


¿Cuántas veces te has preguntado por qué estás tan cansado nada más despertarte y por qué estás tan activo por la noche?; ¿o te has preguntado por qué eres mejor estudiando por la madrugada que por el día? Y ya no digamos cuando vuelves de un viaje a otros continentes, que no puedes resistir cerrar los ojos porque tu cuerpo no es capaz de tenerse en pie.







Son cosas que todos nos hemos planteado a lo largo de nuestra vida (muchas noches en vela estudiando para ese examen que creías fácil pero que realmente no lo es).

Y son cuestiones que tienen una repuesta que se encuentra en nosotros mismos, sí, más específicamente, en nuestro organismo.

 

Y es que ese el “reloj” biológico que tenemos en nuestro cuerpo es la que nos determina nuestro funcionamiento del organismo, determina esos ritmos circadianos que controlan muchas funciones innatas en nosotros, expresión que etimológicamente procede de palabras latinas " circa ( alrededor) y "diem" ( día)

 

El sistema circadiano ( el cual no es único en los humanos)  está constituido por un conjunto de estructuras que generan, coordinan y sincronizan el ritmo de sueño-vigilia y el resto de los ritmos circadianos, tanto internamente (organizando los diferentes ritmos biológicos en el organismo y en cada una de sus células), como con el ambiente, sincronizando la fase de los diferentes ritmos con el ciclo de luz-oscuridad natural. Este sistema está compuesto por: un marcapasos central, osciladores periféricos, un reloj molecular, retina, glándula pineal y vías de entrada y de salida de información.

 

El marcapasos central está conformado por los núcleos supraquiasmáticos

(los que realmente son nuestro reloj biológico), conjunto de neuronas que se encuentran inmersas en el hipotálamo anterior, el cuál es sensible a señales físicas (temperatura), neurales (conexiones selectivas del sistema nervioso autónomo simpático y parasimpático) y humorales (glucocorticoides y melatonina), para transmitir su información temporal a otras estructuras cerebrales que participan en la regulación de los ritmos. Son precisamente las señales hormonales en las que me quiero centrar más: son la glándula pineal, la cual se encarga de la síntesis de la archiconocida melatonina y las glándulas suprarrenales (sí, literalmente, se encuentran encima de los riñones), encargadas de sintetizar corticoides, claves en la regulación de estos procesos.



 








La melatonina, ese complemento alimenticio que nos venden en las farmacias para poder conciliar el sueño, es una hormona que sintetizamos en la glándula pineal de manera innata. Su concentración en sangre es la que va a determinar si nuestro cuerpo necesita dormir o no. La producción de esta hormona muestra un ritmo circadiano marcado, con niveles plasmáticos bajos durante el día y con un pico durante la noche, por ello se la conoce como “la hormona de la oscuridad”.

 

Al contrario que la melatonina, la influencia del hipotálamo pone de manifiesto en el ritmo de secreción (ritmo circadiano) que se transmite a las glándulas suprarrenales, de forma que la secreción de cortisol (hormona activa producida por la glándula suprarrenal) es máxima alrededor de las ocho de la mañana y mínima a última hora de la tarde.

 

Es por esto por lo que muchas personas con enfermedades que se las trata con corticoides como el cortisol (los corticoides tienen también acción inmunodepresora) sufren episodios de cambios severos en el ritmo circadiano.











Así es, por tanto, cómo se produce también el síndrome del jet lag: como la acción del nucleo supraquiásmatico depende de la exposición del organismo a los ciclos de luz y oscuridad. Ese reloj interno da una vuelta completa cada poco más de un día (24,5 horas). Eso hace que sea relativamente sencillo para el organismo compensar los cambios que supongan alargar el ciclo de vigilia, que es lo que ocurre si viajamos hacia el oeste, como explica este estudio Jet lag syndrome: circadian organization, pathophysiology, and management strategies . Hasta que el cuerpo se vuelve adaptar depende mucho de cada persona, ya que somos únicos y tenemos nuestros propios relojes biológicos, pero han estimado que son estos los días:

Viajando hacia el oeste:

3 zonas horarias: 4 días
6 zonas horarias: 6 días
9 zonas horarias: 8 días

Viajando hacia el este:

3 zonas horarias: 4 días
6 zonas horarias: 8 días
9 zonas horarias: 12 días

 

El hecho de que seamos siempre únicos hace que también seamos de un tipo o de otro, y en cronobiología (la ciencia que estudia los procesos que regular los ritmos circadianos), se les conoce como cronotipos, que se catalogan así según la producción de melatonina:

 

Cronotipo matutino: el pico de producción melatonina se adelanta a la medianoche. Le ocurre a una persona que necesita irse pronto a la cama y que las primeras horas del día son también las más activas. Generalmente necesitan dormir entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana. Un 25% de la población es matutina, según el IiMEL.

Cronotipo vespertino: el pico se produce aquí mucho más tarde, a las seis de la mañana. Es aquella persona que rinde mejor por la noche, pero necesita prolongar el descanso hasta bien entrada la mañana. Su horario de sueño acostumbra a ser entre las tres de la mañana y las 11. Los vespertinos son otro 25% de personas.

Cronotipo intermedio: el 50% restante de la población tiene un cronotipo intermedio, esto quiere decir que la mayor liberación de melatonina se produce a las tres de la mañana y suelen dormir entre las 12 de la noche y ocho de la mañana.

 

 

 

En la literatura científica también se refieren a los distintos cronotipos como como “alondras” a aquellas personas que madrugan más y son más productivas a primeras horas del día, mientras que los “búhos” son personas que preferimos los horarios más tardíos y los colibrís son el equilibrio entre ambos.









Es un proceso fisiológico que aún se estudia, y precisamente el estudio de los ritmos circadianos, reloj biológico y de las patologías que provienen de la desregulación de estos sistemas les valió a los científicos Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young el premio Nobel de Medicina de 2017

 

 

Si queréis conocer más sobre este fascinante proceso que se encuentra en la naturaleza, podéis echar un vistazo a este video

También puedes dejar en comentarios qué animal eres, alondra, búho o colibrí.

 


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